Steve Jobs no era el mejor jefe del mundo, aunque
casi siempre lograba sus objetivos. Inspiraba a sus empleados con una
extraña mezcla de sabiduría y autoritarismo. No era la persona más
simpática del mundo y era famoso por exigir al máximo el máximo. Steve
Jobs no era perfecto, tenía buenas y malas ideas. Fue muy exitoso y
sintió el fracaso de ser despedido de su propia compañía, pocos años
después de fundarla. Fue un emprendedor y un creador. Cambió nuestros
hábitos y nos permitió ser más productivos, disfrutando de la esencia de
la computación. En un mundo dominado por fríos ingenieros, puso el
color adecuado, el diseño alegre, el orden minimalista y útil. La
aburrida linea de comandos se transformó en una galaxia de
posibilidades.
Robó ideas de otros, le robaron sus ideas, influyó
en toda la industria, Bill Gates se hizo millonario jodiendolo varias
veces, sus empleados lo amaron, sus empleados lo odiaron. Pero aun así, todos aquellos que tuvieron la oportunidad de estrechar su mano, lloran su partida. Es la despedida de uno de los hombres más influyentes en la historia de la computación, te guste lo que hizo o no, reconozcas su legado
o no. Si enciendes un computador, de cualquier marca y sistema
operativo, estas encendiendo los sueños de Jobs replicados hasta el
infinito.
Steve Jobs fue un hombre imperfecto que buscaba la perfección
en las letras, iconos, colores y diseños. Era un artista, un inventor y
un caligrafista. Su forma de relacionarse con el mundo era por medio de
ideas concretas. Dedicó toda su vida a transformar la vida de la
humanidad. A Steve no lo movía el dinero, o las ganas de convertirse en
la celebridad que al final fue; a este creador lo que le entusiasmaba
era cambiar al mundo. Fabricar el mejor producto de hardware con el mejor software que podamos imaginar. Lo apasionaba el detalle, el tipo de letra, los colores adecuados.
Algo
que siempre me ha parecido enormemente inspirador de Steve Jobs es su
forma de regresar a la compañía que fundó, para dirigirla a un nivel que
nadie podía predecir, ni los más aguerridos fans. Apple, con su
regreso, despegó a niveles inimaginables. ¿Y que aprendimos de esto? que
la cultura empresarial del mundo puede desechar a los mejores hombres, y
que es trabajo de estos excluidos, luchar contra la maquina, el
sistema, fundar empresas, retomar ideas, no dejarse vencer. Eso es lo
que me enseñó Steve Jobs a mi: hay que luchar y emprender. Hay que dejar
la tranquila comodidad y usar el poco tiempo que tenemos de vida, para
construir y crear. No hay que permanecer indiferentes.
Las cosas pueden ser de otra forma, y los cambios sólo se dan cuando
trabajamos fuertemente en conseguirlos. Steve cambió el mundo, y nos
enseñó que es posible cambiarlo. Y también aprendimos que no hay que ser
perfecto para lograrlo.
Ni siquiera la enfermedad venció a Steve Jobs.
Lo vimos luchando hasta el final, trabajando y soñando hasta sus
últimos días. Y eso es lo que tenemos que hacer todos nosotros: soñar,
crear y actuar en consecuencia, hasta que cerremos los ojos.
Gracias Steve.
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